¿Dónde se encuentra la réplica del primer recinto que albergó el Guernica de Picasso? «En el parque de la Clota de Barcelona, cerca de la torre Lluçana, se reconstruyó en 1992 el Pabellón de la República, obra que los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa realizaron en 1937 con motivo de la exposición internacional de París. Allí se exhibió por vez primera el cuadro célebre por su mensaje antibelicista», se responde a sí misma la guía turística Mònica Sánchez, en voz alta y mirando a los asistentes de El tour del Laberinto, la nueva ruta guiada por el barrio de Horta-Guinardó que abandera la campaña Come to Another Barcelona (Venga a otra Barcelona), impulsada por Turismo de Barcelona.
El tour del Labertinto y The Smart City (La ciudad inteligente), que explora el distrito tecnológico 22@ de Sant Martí, una de las transformaciones urbanísticas recientes más significativas, son de los primeros itinerarios en autocar y con guía profesional apoyados por el ayuntamiento para despertar el interés turístico por barrios alejados del centro histórico. Les seguirán recorridos por Sant Andreu y Sarrià, hasta completar la lista de zonas carismáticas pero apenas conocidas, incluso para muchos barceloneses.
Más de tres horas
Las dos primeras rutas que pretenden reducir la presión en los barrios más visitados, como el Born y Ciutat Vella, están organizadas por Barcelona Guide Bureau, empresa fundada en el año 1990, justo antes del boom turístico de Barcelona a raíz de los Juegos Olímpicos. Ambas parten en días alternativos, a las 9.30 de la mañana desde la plaza de Catalunya, duran más de tres horas, se ofrecen en inglés y castellano y cuestan entre 30 y 35 euros, según el precio de entrada a los recintos que se visitan.
En el caso de Horta-Guinardó, el paseo incluye las entradas al recinto modernista de Sant Pau y al parque del Laberint d’Horta, donde los turistas descubrirán el precioso jardín neoclásico creado por el paisajista italiano Domenico Bagutti en el siglo XVIII por encargo del ilustrado Antoni Desvalls, marqués de Llupià. «Es el más antiguo que se conserva en la ciudad, pero en 1853 creció fiel a las pautas del estilo romántico de la época por el flanco izquierdo del parque. La semana pasada llevé a una señora austriaca que era la segunda vez que lo visitaba. Le gustó tanto que quería conocer su historia», cuenta la guía ante la entrada del laberinto de ciprés podado y de setos, cuya inmensa finca es parque público desde 1971, después de que en 1967 la familia Desvalls lo cediera a la ciudad.
Las cerillas gigantes del artista sueco Claes Oldenburg, de 22 metros de altura, se alzan delante del Pabellón de la República. Son el gran atractivo artístico del itinerario de Horta. «Desde 1992 decoran la que fue zona olímpica de Vall d’Hebron», informa Mònica, que recuerda que Horta fue municipio independiente hasta 1904. «A mediados del siglo XX era una zona no demasiado poblada. Por ello se construyó aquí el Hospital de Vall d’Hebron».
El objetivo no es convertir Horta-Guinardó en un sitio masificado, «sino dar visibilidad a nuevos recursos turísticos y ofrecer una alternativa diferente a un turista más curioso y sensible o al que ya conoce bien el centro de la ciudad», considera Pere Duran, director general de Turismo de Barcelona. «Aunque cuesta mucho desplazar a la gente de los grandes iconos del centro de la ciudad», admite.
También captan el interés de la ruta la calle de Aiguafreda, donde se conservan las casas de las lavanderas, la Casa de les Altures, edificio de estilo neoárabe que en 1991 se rehabilitó para albergar la sede del distrito; Can Cortada, torre fortificada de construcción medieval; el Palau de las Heures y las masías de Can Travi.
«No es casualidad que la ruta finalice en la plaza de Eivissa. El objetivo es que los turistas se queden a comer y a pasear en Horta», señala Sònia Recasens, segunda teniente de alcalde de Barcelona que fue regidora de Horta-Guinardó. Aunque al pequeño bus le es imposible parar en esa plaza por las obras de reurbanización del entorno.